Museo Etnográfico

 O Museo Etnográfico

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  A consecuencia del envejecimiento y la consiguiente pérdida de población, así como el abandono de las actividades rurales, tanto agrícolas como no agrícolas, tales como canteros, herreros,  alfareros, curtidores, tejedores, etc, las formas de vida tradicionales que representan los signos de identidad de la cultura de nuestra región se ven amenazados por el olvido. Para rescatarlos de su triste destino, conservarlos y estudiarlos para poder legar ese conocimiento a las futuras generaciones, el Ayuntamiento creo el Museo Etnográfico. En efecto, su visita le permitirá hacer un viaje en el tiempo, y como tentación vea el siguiente avance.

   Una de las actividades rurales máis complexa e que máis instrumental requería era o cultivo do liño e o seu proceso de elaboración para usalo como tecido. Tiña fases individuais e fases colectivas que requerían a participación de todo o pobo. Esto tamén acontecía con outros cultivos como, por exemplo, o do centeo e o do trigo. Estas actividades colectivas se desenvolvían nun ambente festivo que tiña a súa culminación nos fiadeiros. Fundamentais eran tamén o cultivo do millo e da pataca.

  Non podemos esquecer outras actividades non menos importantes como a laboriosa cultura do viño e a augardente. Outra labor fundamental era o cultivo da horta, que proporcionaba ás familias a maior variedade de alimentos, pois nela obtíase a verza, a  leituga, o tomate, o repolo, o pemento, a cebola, o allo, a xudía, a faba, a nabiza, o cabazo, o pepino, o espárrago, o apio e, incluso, o tabaco. Unha máis, xeralmente pouco apreciada na nosa cultura, salvo no caso da castaña, importantísima ata a chegada da pataca, era o coidado das árbores froiteiras. Estos cultivos eran secundarios, e estaban destiñados a satisfacer apetitos golosos de raparigos e maiores; podemos destacar a mesma castaña, os figos, as mazás, as peras, as cereixas, as abelás, as noces, os pexegos, as laranxas, sen esquecer outros como as fresas, os morogos, e as propias moras.

   Todo era aprovechado, y semejaba que todo estaba destinado a una finalidad concreta. Por ejemplo, en el caso de los árboles, el castaño, por su resistencia a la humedad y a los bichos se empleaba para hacer cofres, vigas, suelos y el carballo, también por su resistencia y duración, era empreado para hacer carros, arados, mangos de herramientas; de los boj se hacían platos, tazas...; del abedul se tallaban yugos, ejes de los carros, y plataformas de los zuecos;  del alcornoque se hacian corchos; de las varas de lavanda se hacían varillas para los telares; el bimbio se trabajaba en cestería.

   Igualmente algunas plantas, aparentemente improductivas, tenían aplicación en el mundo rural. El tojo servía para hacer O toxo servía para facer estiercol o se usaba como combustible en los hornos;  ou usábase como combustible nos fornos; con los brezos se generaba carbón vegetal; con las retamas y los helechos se hacian escobas y cepillos.

   Pero tan importante como atender las actividades agrícolas era atender a la casa. Este apartado requería también de muchas herramientas, y mas variadas, si cabe que las anteriores. De ahí la trascendencia de los oficios. Casi la totalidad de los utensilios que se pueden admirar en el Museo están hechas por las manos expertas de nuestros obreros, cada uno en su especialidad. Cabía destacar tres sectores, la madera, la piedra y el metal. Cada sector estaba compuesto por los distintos gremios agrupados por especialidades. Así, el sector de la madera, abarcaba a serrdores, carpinteros, ebanistas, fragueiros (hacían carros del país), cubeiros (cubas y toneles), zoqueros, torneros, cesteros, … El sector de la piedra  abarcaba a pedreros, canteros, albañiles, tejedores, … La industria del metal estaba compuesta por herreros, herradores, hojalateros, … Había otros oficios que se fueron perdiendo antes, como el de coireiros o curtidores, hervidores,  carboneros, los que hacían el aguardiente, y como no, los afiladores ourensanos, trotamundos por excelencia.

   Mantener este patrimonio material y instrumental es una de las tareas principales del Museo, pero no la única, pues aún hay otra no menos importante que atañe al patrimonio inmaterial. Dentro de este ámbito incluimos leyendas, tradiciones y costumbres narrados por sus propios protagonistas y que corren serio peligro de olvido, al no estar escritos.

En el año 1996, con la colaboración desinteresada de los habitantes del ayuntamiento, se recopilan 726 piezas, entre ellas aperos de labranza o utensilios para la preparación del lino, máquinas de coser, etc… Una vez restauradas y finalizado el Edificio Multiusos y se trasladaron y expusieron 455 piezas que se exhiben de forma permanente.